Hace un cuarto de siglo, cuando el Comandante Chávez salía de prisión y ya estaba en las calles aglutinando voluntades para la causa de la transformación sociopolítica del país, dijo en una entrevista que uno de los grandes objetivos del movimiento revolucionario que insurgió el 4F, era lograr el acercamiento entre los militares y los civiles. “Nosotros llamamos a la fusión cívico-militar. Los militares no pueden seguir aislados y minimizados”, explicaba en aquella oportunidad, convencido que esa unión era posible y necesaria.
Chávez tenía claro que en las sociedades dominadas por las oligarquías, las fuerzas armadas son una institución formada para sostener al Estado burgués, que las educa y prepara para desconectarlas del Pueblo, ya que son justamente esas fuerzas populares las capaces de demolerlo. De modo que se propuso transformarlas, articularlas con la población, hacerlas partícipes de la vida política y social de la Nación, y cohesionarlas en torno al espíritu bolivariano para el resguardo de la Patria, de los derechos constitucionales de las grandes mayorías y no de los intereses de una minoría. Este es el principio que conlleva a gestar y consolidar uno de los más importantes logros de la Revolución Bolivariana: la unión cívico-militar, que al decir de Chávez fusiona a un solo Pueblo, una parte de él sin uniforme y la otra con uniforme, como bastión principal en la defensa de nuestra soberanía e independencia.
La gran mayoría del Pueblo venezolano se ha compenetrado con este principio. Si en años anteriores, en tiempos de gobiernos entreguistas y apátridas, los militares eran vistos como represores, hoy son contemplados como hombres y mujeres que pertenecen al Pueblo. El forjamiento de esa unidad, cuyo origen data ya desde la construcción del MBR-200, se concretó en lo teórico-orgánico con la Nueva Doctrina Militar Bolivariana y la creación de la Milicia como componente especial de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), y en la práctica con el trabajo mancomunado entre militares y civiles, no sólo en lo concerniente a la defensa integral de la Nación, sino en cada aspecto de su desarrollo social, económico y político. Como dijo el Comandante Chávez: “No hay soldado sin Pueblo”.
Esa unidad cívico-militar ha venido obteniendo victorias ejemplares sobre las acciones desestabilizadoras que la oposición antidemocrática, descaradamente servil a los intereses de Washington, ha intentado llevar a efecto desde el año 2016 cuando, habiendo obtenido la mayoría en la Asamblea Nacional, prefirieron seguir el guión preparado por el imperialismo y apostaron por la violencia para salir del Presidente Nicolás Maduro. Desde ese momento, la Revolución Bolivariana ha sido atacada con todas las variantes de un golpe de Estado continuado: las guarimbas apoyadas por el paramilitarismo colombiano, la guerra económica y psicológica para desmoralizar a las masas, las falsas noticias para desprestigiar al gobierno popular, los magnicidios frustrados y el sabotaje al sistema eléctrico nacional, con el soporte tecnológico del gobierno de los EEUU. Cada una de esas acciones fue derrotada por el Pueblo y la Fuerza Armada en la calle, como un solo combatiente y con una sola bandera: la defensa de la soberanía, de las conquistas sociales, de la paz.
Hoy la Patria se ve una vez más amenazada por las brutales medidas de la administración de Donald Trump, vocero principal del imperialismo mundial. El criminal e ilegal decreto del gobierno estadounidense, es una violación flagrante a los derechos humanos de la población venezolana. Sin embargo, estamos preparados para enfrentar cualquier amenaza que atente contra los principios de la Revolución Bolivariana, en perfecta unión cívico-militar, una vez más y las veces que sea necesario. Como ya lo ha demostrado el bravo Pueblo, sus hombres y mujeres, civiles y militares armados de conciencia patriótica, venceremos todos los intentos de quebrantar nuestra soberanía.
¡Viva la unión cívico-militar, gran legado de nuestro Comandante Eterno! |