En este año, tal como aquel 1959 que daba inicio a la Revolución, hemos combatido con cien brazos, tal cien espadas contra la hidra de cien cabezas. Hemos dejado una huella de pelea y de lucha eterna. Desde Cuba y fuera de ella han sido muchas las voces que hemos batallado juntos. Hemos celebrado también estos días, como dijo el presidente Díaz-Canel, como si triunfara la Revolución otra vez.
En la primera revista Bohemia del año 1960 se declaró ese fin de año como las pascuas más felices de Cuba: “Estuvo a la vista y está en el recuerdo de los cubanos para siempre. Estas Navidades han sido las más fervorosas, las más espontáneas que se han celebrado en Cuba independiente”.
Este, a su vez, lo vivimos como aquellos, porque “la Revolución triunfa cada vez que le arrebatamos al imperio una victoria para nuestra causa. Y en 2019 lo hicimos muchas veces”.
Aquel primero de enero de 1960 a las nueve y diez minutos de la noche Fidel apareció en el andén número dos de la Estación Terminal para abordar el tren especial que llevaría a las milicias universitarias hasta Yara, como un entrenamiento de la brigada José Antonio Echeverría en la Sierra Maestra. Junto a Celia y otros compañeros se sumó a los 390 miembros de la aventura.
En el último vagón el líder se entregó a las preguntas de las muchachas. “Esto me recuerda cuando yo era estudiante, que también fui en excursión al Pico Turquino. Pero entonces fuimos sin fusil y ahora los estudiantes van armados por la Revolución”, dijo. Cuando todos dormían, en el tren solo se escuchaba su voz conversando sobre las batallas. Y así fue hasta que llegó a Yara a las 11 de la mañana.
Allí mostró a los estudiantes las escuelas que ya funcionaban en Caney de las Mercedes. A los pies de la Sierra describió el combate de Las Mercedes y se echó al hombro su mochila de más de 70 libras de peso. Al otro amanecer emprendió la subida hacia Minas del Frío, donde demostró su excelente puntería.
Después siguieron rumbo a La Plata, y en ese empinado andar se le escuchó cantar a Fidel bastante desafinado y casi recitando con voz ronca. Él andaba bien, Celia parecía no sentir el viaje, y así llegaron a La Plata. Aquel 7 de enero, tras cinco jornadas de marcha en la montaña, clavaron la bandera cubana en el pico más alto de Cuba.
Recordemos entonces un día como hoy hace 60 años, cuando la naciente Revolución cumplía un año. Un año de resistencia. Por ello, nos hacemos eco de algunas de las voces de los intelectuales que aquel día acogieron como suya la gesta de un pueblo. Están aquí, desde Neruda, hasta Guillén y Retamar.
Saludo a Cuba, por Pablo Neruda
Al saludar al pueblo cubano y a su triunfante Revolución no quiero agregar más palabras de protocolo flamígero, sino revelar un acto de conciencia. La República de Cuba ha sido restaurada y el deber de todos los hombres de América es defenderla.
El lenguaje de Cuba es el de la verdad, es el lenguaje de Martí, de Bolívar. Cuba es en estos momentos la esperanza de todo un siglo de falsa independencia y esperamos conquiste e implante su propia justicia.
Juro que resistiremos. No solo los cubanos, sino nosotros los pueblos de América.
Juro como poeta y como chileno, que acudiré y acudiremos al llamado de Cuba para defender su victoria y su verdad con toda la pasión y el amor de nuestros pueblos.
Cuba es asiento de vida o muerte para todos nosotros. Combatiremos por Cuba y por nuestra propia existencia. Si la Revolución Cubana se extinguiera seríamos borrados de la pizarra del mundo.
Tiempos de victoria y lucha, por Nicolás Guillén
Por desgracia hubo que esperar mucho tiempo, hubo que esperar más de medio siglo. El largo período "constitucional" que atravesó la República representó un permanente estado de ignominia. El impudor recorrió toda la escala: llamamiento a los yanquis, guerras civiles, racismo, saqueo sistemático del tesoro público, gansterismo partidario, venta del territorio nacional y tiranía.
El pueblo acudió sin vacilar al llamamiento de la Revolución, en la Sierra Maestra, primero para recibir y guiar a Fidel y a sus héroes, a lo largo de la sangrientamente lucha contra el ejército de la tiranía, después.
En esto que vemos hoy, el entusiasmo disciplinado y organizado, la Revolución en marcha ascendente, el apoyo total al Gobierno, como no lo había tenido jamás gobierno alguno. Un pueblo así, no se improvisa.
En Cuba se ha producido una Revolución y esta no es un fenómeno estático, sino extremadamente móvil, que avanza sin remedio.
Es cierto, el imperialismo dista muchísimo de estar ocioso y planea, con reaccionarios de la peor laya, dentro y fuera de Cuba, el ataque a la Revolución. Pero eso no significa sino que la lucha va a ser dura en este año que comienza, como también lo fue en su día el choque entre los patriotas cubanos y las tropas españolas.
No olvidemos, sin embargo, que la Revolución triunfará. ¿Ni quién podrá derrotarla, sino barriendo en peso el pueblo de la isla, hazaña prohibida a cualquier fuerza humana, o haciendo que el mar nos trague a todos cataclismo problemático por demás?
Sí, a la Revolución, por Roberto Fernández Retamar
En 1953 Fidel Castro explicó en su sorprendente alegato “La historia me absolverá” el plan de gobierno de la Revolución. Lo creyeron, en el momento, pocos. Unos, los privilegiados, a quienes ese plan debía lastimar en sus intereses, pensaron que se trataba de un ofrecimiento utópico más.
Hoy hay que aceptar que aquellas palabras eran un programa absoluto de la Revolución. Todas las maniobras son en vano: la Revolución, que surgió invasora después de una insurrección grandiosa ha sido espléndidamente leal a su programa.
Aquel orgullo de cubanía que sentimos al alborear este año, se ha asentado en hechos fuertes y Cuba es hoy invencible. Hoy más que nunca debemos decir: sí a la Revolución.
Las semillas, por Fayad Jamis
Obreros y profesionales, industriales y comerciantes, campesinos e intelectuales, todos hemos estado echando nuestro granito de arena, nuestro puñado de semillas, en el surco fértil de la Revolución.
Si nos mantenemos activos y vigilantes, y verdaderamente unidos, los hombres que murieron por la Revolción no habrán muerto en vano y los que, con energía y pasión inagotables construyen la nueva patria según los más puros ideales mambises, no habrán luchado en vano.
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