La estadidad no es para Puerto Rico un status descolonizador; muy por el contrario, es la culminación del coloniaje. Reitero esta posición.
Y no veo por qué sea imposible que un archipiélago como Puerto Rico, poblado por ciudadanos estadounidenses desde hace cerca de un siglo y cuya población nacional reside mayoritariamente en el territorio continental de Estados Unidos, llegue un día a ser un estado de esa federación. Llevo 23 años diciéndolo.
Naturalmente, habría de ocurrir, como siempre, el día en que eso sea lo que le convenga a ellos.
Desde mediados del siglo pasado, después de la creación de la ONU, lo que le ha convenido a los poderes reales de Estados Unidos hasta hoy, es que Puerto Rico sea un ELA. Por eso, precisamente, es un ELA.
El día en que la estadidad le convenga a ellos, el PPD impúdicamente se va a declarar estadista y, una vez más, les va a servir de vehículo para lograr ese objetivo.
En lo que respecta a nosotros, los independentistas, adoptar una estrategia de lucha que se fundamente sobre la convicción de que a Puerto Rico, nunca, absolutamente (no importa qué) lo harán un estado federado, es un grave error. Equivale a jugar a la ruleta rusa.
Si a Puerto Rico un día se le impusiera la estadidad, ocurriría únicamente como consecuencia de la fuerza descomunalmente superior del invasor. Aun así, continuaríamos luchando por nuestra nacionalidad, incluso dentro de la condición de estado federado. Esa Unión, como la soviética, no es eterna.
Por lo dicho, yo jamás voy a invitar al independentismo puertorriqueño a que le dé vueltas al tambor del revólver en un plebiscito, y hale el gatillo con el cañón apuntando hacia su sien. El resultado dejará un registro que eventualmente utilizarán convenientemente en nuestro perjuicio y en su beneficio.
Con mi aquiescencia o colaboración, no. |