Fidel Castro y José Antonio Echeverría firmaron hace 65 años la Carta de México |
Escrito por Pedro Ríoseco |
Sábado, 04 de Septiembre de 2021 05:39 |
De izquierda a derecha José Antonio Echeverría, Fidel Castro y René Anillo 31 de agosto 2021 Ambas organizaciones hicieron suya en México «la consigna de unir a todas las fuerzas revolucionarias, morales y cívicas del país, a los estudiantes, los obreros, las organizaciones juveniles y a todos los hombres dignos de Cuba, para que secunden esta lucha, que está firmada con la decisión de morir o triunfar» Los máximos dirigentes del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) y del estudiantil Directorio Revolucionario, Fidel Castro y José Antonio Echeverría, firmaron hace 65 años la Carta de México, para unir esfuerzos y acciones previo al inicio de la lucha guerrillera contra la dictadura en Cuba.
Ambas organizaciones hicieron suya en México «la consigna de unir a todas las fuerzas revolucionarias, morales y cívicas del país, a los estudiantes, los obreros, las organizaciones juveniles y a todos los hombres dignos de Cuba, para que secunden esta lucha, que está firmada con la decisión de morir o triunfar», según precisa el histórico documento. El 30 de agosto de 1956 se concreta en la capital mexicana la alianza de las dos principales organizaciones revolucionarias, también conocida como Pacto de México, que fue preparada durante la llegada previa del secretario general de la FEU, René Anillo, y que tendría una gran importancia en el desarrollo de la lucha para derrocar la tiranía impuesta por Fulgencio Batista. A mediados del año 1956, José Antonio, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y jefe máximo del Directorio Revolucionario, salió de Cuba hacia Chile para participar en un congreso de estudiantes latinoamericanos y recorrer varios países, donde denunció el régimen de terror impuesto por la tiranía batistiana y divulgó las ideas revolucionarias de la juventud cubana. Según recuerdos de participantes, casi al atardecer del 28 de agosto entraron José Antonio y los dirigentes estudiantiles que le acompañaban al pequeño apartamento en Ciudad México, ocupado por Fidel, Melba Hernández, Jesús Montané y Cándido González durante el exilio en ese país, y el jefe de los moncadistas y el estudiante de arquitectura se fusionaron en un estrecho abrazo, expresión del afecto y respeto mutuo. Participarían también en la reunión por el Directorio Revolucionario Faure Chomón, Fructuoso Rodríguez y Anillo, junto a varios dirigentes del M-26-7, entre ellos, el Jefe de Acción y Sabotaje de Oriente, Frank País García. Fidel explicó que se preparaban para llevar a Cuba una expedición e iniciar la guerra de guerrillas en las montañas orientales y que el desembarco sería apoyado por levantamientos armados en distintas ciudades de la Isla, sobre todo en Oriente, misión encomendada por el Movimiento a Frank País. Solicitó el respaldo al desembarco por los comandos del Directorio, cuyos dirigentes plenamente de acuerdo con Fidel se comprometieron a ejecutar una serie de acciones en La Habana en la fecha que se indicara. Fidel y José Antonio suscribieron finalmente la Carta de México, documento de trascendental significación histórica donde quedó establecida la necesaria unidad de acción política de la juventud cubana en la lucha revolucionaria. Concluida la reunión, René Anillo regresó a La Habana, trayendo el texto del documento escondido dentro de sus zapatos. La Carta de México fue publicada íntegramente por las agencias de prensa el 1ro. de septiembre de 1956 y reproducida por la prensa nacional con un efecto calificado como detonador. La Carta precisa textualmente que «…los dos núcleos que agrupan en sus filas, la nueva generación, que se ha ganado en el sacrificio y el combate las simpatías del pueblo cubano, acuerdan dirigir al país la siguiente declaración conjunta: que ambas organizaciones han decidido unir sólidamente su esfuerzo en el propósito de derrocar la tiranía y llevar a cabo la Revolución Cubana». Precisa «que la Revolución llegará al poder libre de compromisos e intereses, para servir a Cuba, en un programa de justicia social, de libertad y democracia, de respeto a las leyes justas y de reconocimiento a la dignidad plena de todos los cubanos, sin odios mezquinos para nadie, y los que la dirigimos estamos dispuestos a poner por delante el sacrificio de nuestras vidas, en prenda de nuestras limpias intenciones». Enfatiza que «es hora de que los partidos políticos y la Sociedad de Amigos de la República cesen ya en el inútil esfuerzo de implorar soluciones amigables, en una actitud que en otros momentos pudo ser patriótica pero que, después de cuatro años de rechazo, desprecio y negativa, puede ser infame». Aunque no se logró dotar a ambas organizaciones de una misma estrategia, pues se convino que cada una desarrollara de manera independiente sus planes de acción armada, sí quedó establecida la coordinación necesaria para la lucha y la unificación de las fuerzas revolucionarias de la juventud cubana en el programa político encaminado a la reivindicación de los derechos ciudadanos, alcanzar la definitiva liberación del pueblo cubano e impulsar luego las transformaciones de carácter popular que la nación reclamaba. La unidad de las fuerzas revolucionarias recibía un impulso decisivo y recalcaba su importancia para logar la victoria definitiva.
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